REINEL MONTOYA JARAMILLO:
EL REY DE ANTIOQUIA
(Tomado del libro DESDE ADENTRO, UN REPORTAJE A SAN VICENTE, 2.000)
Cuando pudo comprarse su primera bicicleta no había nada ni nadie que lo hiciera dejar de montar. Sus amigos de tanto verlo recorrer las calles de arriba abajo y de abajo a arriba le decían que lo mejor era, que de una vez le pusiera un sanitario para que no tuviera ninguna necesidad de bajarse. Y esa goma que le nació poco después de decidir que no volvería a estudiar marcó su existencia, pues en su bicicleta conoció sitios que ningún campesino sanvicentino hubiese soñado pisar, y escaló lugares que hombres dispuestos a entregarlo todo con tal de alcanzarlo no lo lograron.
Nació en San Vicente el 19 de noviembre de 1959 en el hogar conformado por Consuelo Jaramillo y Pedro Pablo Montoya. No podía haberse llamado ni Antonio, ni Francisco, ni Juan, ni José; lo bautizaron Reinel, pues era el nombre que mejor le quedaba a quien más tarde, sería el Rey del ciclismo en Antioquia durante la década del 80. Su padre abandonó la familia cuando él contaba su edad en los dedos de la mano, y desde entonces su madre se encargó de levantar a once hijos: empezó haciendo empanadas que ellos vendían en los recreos de la escuela y por las calles en sus horas libres, y luego pudo montar un modesto restaurante, donde tenía como principal clientela a los policías y funcionarios del gobierno que venían a trabajar al pueblo.
Cuando cumplió los ocho años pudo ingresar ala Escuela de Niños y allí realizó su primaria.De estos años sólo quedaron en el recuerdolos muchos regaños y castigos de su madre, cuando él no iba a estudiar y prefería irse con sus amiguitos a jugar fútbol. También los recreos en que iba hasta su casa por una olla de empanadas para venderlas a sus compañeros.
Su madre siempre quiso que estudiara, por esto, a pesar de que Reinel repitió casi todos los grados de primaria lo matriculó en el Liceo San Vicente, para que hiciera la secundaria.Como ya era mayorcito los castigos se hicieron más frecuentes y más fuertes; él por temor se iba de la casa uno o dos días, armaba casas de cartón en los potreros cercanos al pueblo, y en una de esas escapadas decidió dejar las aulas de clase.
En esa época existieron en el municipio modestos equipos de ciclismo. El primero estuvo integrado, entre otros, por Efrén Cardona Rojas, hoy Senador de la República, Ramón Marín, Gilberto Arbeláez, y Rodrigo Cardona; posteriormente hubo otro en el que figuraban Héctor Bedoya, Aurelio Quintero y Pedro Nel Montoya, éste último hermano de Reinel. Estos muchachos, a pesar de sus camisetas brillantes, casi transparentes por el uso, y sin contar con técnicos o asistentes, iban a las competencias regionales y lograban muy buenas figuraciones. Viéndolos, Reinel fue animándose y cuando Pedro Nel, después de oficiar como sacristán llegaba a la casa y dejaba la bicicleta en la acera, él la cogía y se iba a dar vueltas por el pueblo.
Su amor por la bicicleta se tornó muy pronto en obsesión, por eso cuando Pedronel alquiló una heladería, Reinel empezó a trabajar como mesero y su hermano le dio una bicicleta para que la librara con su sueldo. Empezó entonces a trabajar de noche en aquel negocio y en el día se dedicaba a montar en cicla.
La Junta Municipal de Deporte organizaba las Vueltas por La Fonda y en esta competencia se inscribían todos los muchachos aficionados al ciclismo. Su hermano Pedro Nel era el campeón indiscutido de este circuito por los alrededores del pueblo. Reinel ya con su bicicleta y tiempo para entrenar, se anotó por primera vez, aunque con un poco de temor porque el nivel era muy exigente. Pedro ganó y Reinel quedó de segundo. "Cuando Pedro vio que yo podía ganarle me decía que nos fuéramos despacio, juntos, y que en los últimos metros rematara cualquiera de los dos, y yo acepté. Él me hizo trampa y se fue adelante antes de lo pactado", contaría Reinel muchos años después. En la segunda salida destronó a su hermano y desde entonces en su modesta turismera comenzó a salir a la autopista, iba a Medellín, subía por Las Palmas, por Santa Elena, bajaba a Cocorná, iba a Rionegro y de regreso competía imaginariamente con los carros para no dejarse tirar polvo en la carretera destapada, y nunca se supo de un vehículo grande que lo pasara. De esas escapadas en solitario pasó a las clásicas organizadas en la región. Compitió en El Carmen, en Marinilla, en el Santuario, en La Ceja, donde alcanzaba buenas posiciones. Luego corrió la Clásica Oriente. En ésta se inscribían muchos ciclistas venidos de pueblos lejanos y de Medellín. Reinel en compañía de Sergio Gil representó a San Vicente y desde el inicio se apoderó de los primeros puestos. Próxima a concluir, aventajaba al segundo por siete minutos y por algunos intereses de los organizadores, a última hora fue descalificado, argumentando que la competencia era para menores de veinte años, y él ya los había cumplido. Se retiró cabizbajo y con un nudo en la garganta porque sabía que tenía con qué ganar.
Siguió entrenando y en 1980 se inscribió en la Clásica José María Córdova, vistiendo una pobre camiseta en la que se leía JUNDEPORTES SAN VICENTE. En la penúltima etapa iba de primero y con una gran diferencia de tiempo sobre el segundo. La meta era en San Vicente, conocía de memoria el terreno escarpado y montañoso del pueblo. Iba en punta, feliz, a dedicarle el triunfo a su comunidad, a su familia, a los amigos, y faltando poco para arribar, su rueda trasera pinchó. Su turismera en vez de agujas tenía tuercas mogosas y no pudieron zafar pronto la llanta, sus compañeros pasaron ante su mirada impotente, y sus piernas temblaban de rabia y de tristeza. Terminó la competencia en el segundo puesto. Nueva frustración.
El empujoncito de la comunidad, a punta de bingos y empanadas
Al ver su mala suerte y sus injustas descalificaciones, Reinel pensó en no seguir compitiendo, aunque tampoco tenía claro a qué se dedicaría. La Junta de Deportes que siempre estuvo a su lado empezó a reunirse para ver cómo le colaborarían. Dados sus exiguos recursos organizaron bingos, rifas, ventas de empanadas, para ajustar y comprarle una bicicleta de cambios. Luego de unas cuantas trasnochadas, la Junta, entre quienes se contaban Arnoldo Henao, Carlos Mario Giraldo, Jorge Arbeláez, Aldemar Orrego, Leonidas Herrera, Carlos Puerta, Armando Zapata, entre otros, pudo ajustar los treinta y cinco mil pesos, se la entregaron y le aconsejaron que continuara. Empezó a entrenar; se inscribió como juvenil en las Clásicas de Occidente y del Urabá donde salió Campeón de la General, la Regularidad y la Montaña. "Nosotros vimos que él tenía muchas capacidades pero que hacía falta acompañarlo. Por eso, lo animamos y viajamos, con unos pocos pesos, pero ante todo para que sintiera respaldo. Dejamos nuestro trabajo con tal de ayudarlo", comenta Carlos Puerta, quien para poder viajar arregló un carro que tenía tirado desde muchos meses atrás, en un solar para ponerlo como vehículo acompañante.
Reinel siguió de la mano de este comité. Las rifas y bingos bailables se hicieron más constantes, porque vieron las posibilidades de este muchacho y empezaron a inscribirlo en chequeos y válidas organizadas por la Liga de Ciclismo de Antioquia.
De mensajero a Campeón Nacional de ruta
El primer equipo en el que lo inscribieron fue en el Club Medio Fondo de Medellín. Allí lo llevó Víctor Vergara , quien hizo toda la gestión para que Reinel pudiera hacer parte y participara en los chequeos dominicales quese hacían para escoger muchachos y llevarlos a los equipos de "marca" que participaban envueltas nacionales. En estos, Reinel siempre estuvo entre los primeros en los sitios de meta, y estas figuraciones condujeron a que Alberto Cadavid, Gerente de Panam Calzantioquia, lo inscribiera en el equipo patrocinado por su empresa. Ante esta nueva posibilidad Reinel tuvo que dejar su pueblo eirse a Medellín para poder entrenar y estar pendiente de las competencias. Se radicó en la casa de la señora Clara de Betancur en el barrio Castilla, donde vivía su hermana Lilly. Alos tres meses, don Ramiro Osorio, quien fuera el director de la Escuela de Niños en San Vicente, se trasladó a Medellín y se llevó a Reinel para su residencia. Don Alberto le dio trabajo como mensajero en una de sus fábricas de zapatos y le facilitaba tiempo para que entrenara. Reinel iba al trabajo en bicicleta y cuando no estaba muy agotado, madrugaba a las cuatro o cinco de la mañana a practicar.
De allí se lo llevó Alejandro Angel, dueño deCaribú, para que corriera en su equipo.Durante el día, los empleados de uno de los almacenes sacaba un álbum de fotos de Cochise, quien corriera años atráspatrocinado por esta empresa; Reinel miraba mucho los retratos y su sueño de ser ciclista, creció. "Yo puedo ser así", dijo en alguna oportunidad.
"Fresco, para todos hay"
En los chequeos se inscribían por igual muchachos nuevos y ciclistas con recorrido.Hubo uno que salía de Medellín, iba hasta Amagá y remataba en el Alto de Minas. Reinel se anotó y desde el principio se puso al frente del lote, al lado de Epifanio Arcila, Abelardo Ríos y Antonio Londoño que eran los ciclistas más importantes de Antioquia. Al ver que Reinel seguía adelante le decían que se tranquilizara, que esperara, pero Reinel no hacía caso y cuando alguno intentaba picar, se le pegaba a la rueda. Ellos se enfurecieron un poco al verlo, lo mofaban y Reinel respondía "Tranquilos que para todos hay", faltando poco para la meta Reinel arrancó y ganó la etapa: se bajaron y Antonio Londoño lo regañó por su indisciplina. Don Ramiro Osorio quien lo acompañaba, al darse cuenta, increpó a su paisano Londoño, a quien conocía, y le dijo que en vez de molestarlo debía felicitarlo. Muchos años después, Londoño, mejor ciclista de Colombia en 1977 según la Acord y Campeón Nacional de Ruta en 1986, reconocía: "Desde su inicio Reinel no apagaba una vela subiendo".
Sus pies eran de hierro y sus pulmones dos válvulas, pero su carácter parecía de cartón.
En 1982 Raúl Mesa lo vio correr, y se lo llevó para el equipo Calzantioquia, que participaría en la Clásica Antioquia y luego para el Freskola, en el que lo inscribió para las competencias nacionales. En esta escuadra estaban Luis Herrera, Manuel Cárdenas, Antonio Londoño, Rogelio Arango, Patrocinio Jiménez y muchos otros. "Fue una hazaña, porque siempre escuché sus nombres por la radio, y de pronto me vi al lado de ellos", comenta Reinel. Compitió con ellos y ocupó el puesto dieciseis y fue el Campeón de los Novatos.
En 1983 se consagró como ciclista. En compañía de Luis Fernando Mosquera entrenó incansablemente y llegó en óptimas condiciones a las competencias. "Cuando Reinel entrenaba no lo paraba nadie" diría alguna vez Raúl Mesa. Participó como novato en la Clásica Itaguí al lado de lo más granado del ciclismo que corría en escuadras de "marca" y dotados de los mejores implementos y con destacados cuerpos técnicos. Su humilde condición y los pocos recursos no fueron óbice para que ganara el prólogo, una etapa entre Puerto Triunfo - Medellín y una contrareloj de Medellín a Santa Elena. "Allí le ganó a Herrera, a Parra, a Manuel Cárdenas, Patrocinio y a Epifanio Arcila. La gente salió a la vía a apoyar a su paisano y cuando terminó lo levantaron en hombros" recuerda Bernardo Buriticá, periodista de El Colombiano.
Este que fue su primer gran triunfo de resonancia nacional creó gran expectativa entre la afición ciclistica que creyó encontrar el reemplazo de "Cochise", el ídolo de siempre.Al día siguiente la prensa empezó a jugar con su nombre, en primera página lo declaró Rey de Antioquia y puso a sus pies a la afición paisa, que nuevamente tenía una figura que daba serias esperanzas de un renacimiento del Pedalismo Antioqueño. . "Desde Cochise esperábamos por el sucesor: Apareció Abelardo Ríos y nada; Gonzalo Marín, nada; Antonio Londoño, nada; en los 80 resultó este muchachito, humilde, campesino y dijimos Éste es", comenta el popular Ber Buri, de El Colombiano.
Con este triunfo se dedicó de lleno al ciclismo y sus figuraciones le permitieron integrar el equipo colombiano que iría a la Vuelta al Táchira, donde salió Campeón de los premios de montaña y de la regularidad, dejando una gran imagen de escalador. Luego representó a Antioquia en los Campeonatos Nacionales y obtuvo nuevamente el trofeo al mejor trepador.
La década de los 80 significó para Colombia la cima del ciclismo pues en ésta se profesionalizó. Dejó de ser un esfuerzoindividual para convertirse en un proyecto colectivo. Nuestros ciclistas flacuchentos, desnutridos, humildes, asistieron a grandes competencias y enfrentaron a los ases del pedalismo mundial, y entre ese puñado de muchachos campesinos, en su mayoría en busca de un empleo, estaba Reinel.
"El ciclismo en los 80 fue el referente nacional por la conquista de Europa" dice Buriticá. Uno de esos conquistadores fue Reinel: En 1984 como aficionado, obtuvo excelentes figuraciones, entre ellas la de ser Campeón dela Montaña en el Guillermo Tell, en Suiza, yparticipó en la Coors Clássic, en Estados Unidos y el Tour de L'Avenir en Francia. En 1985 el Pedalismo se profesionalizó y Reinel ingresó a la poderosa escuadra de "Café de Colombia". Con este equipo asistió al Giro a Italia, la Vuelta a España y al Tour de Francia, donde ganó varios puertos de montaña, enfrentando a los mejores del mundo. "La imagen que tengo de Reinel fue en el Tour en el 85. Era la etapa reina, en Alp de Huest; un leñero. Picaron Hinaut, Lemmond y Zinermann, que disputaban la carrera, y Reinel se les pegó. Los compañeros en el lote nos asustamos y no creímos que aguantaría el paso porque eran los mejores, pero él siguió y sólo perdió en el embalaje final, con esos monstruos", cuenta Carlos Mario Jaramillo, quien corrió con Reinel durante varios años.
Su participación en el exterior también fue un verdadero premio de montaña de primera categoría: Corrió el Tour de Francia, la competencia más importante del mundo, y terminó en cuatro oportunidades, logrando su mejor actuación en 1986 cuando se ubicó en el puesto 15; en dos vueltas a España y en un Giro a Italia donde quedó como subcampeón de la montaña. Gracias a sus destacadas actuaciones representó al país en dos Campeonatos Mundiales y tuvo importantes ofertas para correr por equipos del exterior, entre ellos, el Carrera y el Brianzoli, de Italia.
A nivel nacional corrió todas las vueltas a Colombia del 82 al 91, todos los Clásicos RCN y la clásicas nacionales, guardándose muchas veces la camiseta de la Regularidad, la Montaña y la Combinada. Ganó las etapas más exigentes y siempre fue uno de los líderes y grandes animadores. En estas válidas quedó como Campeón de la Clásica Itaguí en 1983 y 1987, Clásica Antioquia en 1985, Campeón Nacional de Trepadores y logró su mejor actuación en la Vuelta a Colombia 1989, ocupando el tercer puesto y en el Clásico 1984 en el cuarto lugar. Sin embargo, su mayor triunfo, difícil de igualar, fue coronarse Campeón Nacional de Ruta en tres oportunidades consecutivas 87-88-89, - record a nivel mundial- según él, que sumados a sus éxitos le valieron ser reconocido con la Medalla de Bronce en estos años, superadopor Luis Herrera y Fabio Parra.
Reinel Montoya Embajador
A la par que trepaban los triunfos de nuestros ciclistas en el extranjero la afición también subía, animada por un periodismo que se explayó en elogios y comentarios para con nuestros representantes. Las competencias, al otro lado del mundo se iniciaban, cuando en Colombia aún no amanecía y desde tempranas horas empezaban las transmisiones radiales o televisadas y más tarde las crónicas y las fotografías inundaban los periódicos. "Cuando llegué a Europa nos preguntaban que dónde era Colombia, que si era un país", sostiene Reinel. Sin embargo, en muchos lugares nos conocían y no precisamente por noticias positivas, sino por el narcotráfico y el terrorismo que eran el pan diario de los medios internacionales, en esa época. Por esto, como lo sostiene Raúl Mesa, lo triunfos de nuestros ciclistas mostraron una imagen bella y positiva del país.
Pero si en Colombia se mostraban las proezas de estos hombres, con cierto orgullo, en San Vicente la tierra natal de Reinel, las actividades se paralizaban. PedroNel, su hermano, madrugaba a escuchar y grabar las transmisiones radiales; Guillermo Zuluaga Tobón recortaba todos los artículos de prensa sobre Reinel, las clases de Educación Física consistían en ir a escuchar las competencias a la casa de doña Consuelo, la mamá de Reinel. Y cuando el narrador, con su garganta casi sin voz gritaba "Ahí va el Rey de Antioquia, un hombre humilde de San Vicente, que vino a triunfar a Europa, los oyentes, aunos 20.000 kilómetros creían que su corazón se saldría del pecho cuando ese orgullo patrio hacía que latiera más a prisa. Reinel, con sus triunfos le contó al mundo que existía un pueblo escondido entre unas montañas del Oriente, llamado San Vicente y hoy, muchos años después de su retiro cuando, allende las fronteras, se habla de este pueblo la gente mayorcita empieza a recordar a ese muchacho de "frágil" figura que hizo vibrar a Antioquia con sus pedalazos.
Su pinchazo definitivo
Después de correr el Tour de Francia de 1991, con su equipo Postobón, Reinel se retiró de las competencias ciclísticas dejando un gran sinsabor entre la afición, sus amigos y familiares. "Muchos ciclistas quedaron debiendo. Calmaron pronto su hambre de dinero y entonces se retiraron", comenta Ber Buri. Sin embargo, Raúl Mesa, quien durante tres décadas conoció de cerca a los ciclistas sostiene que los corredores buscaban era un empleo para poder vivir, pero los mató el poco estudio, la poca cultura "Esos pobres muchachos no aguantaron el peso de tanta prensa".
Una mezcla de estas razones fue quizá la causa del pronto retiro de Reinel, aunque él argumenta que fue la falta de patrocinio. Lo claro es que Reinel ya había mejorado su situación económica y su madre, principal motivo y aliento, para buscar triunfar en su profesión, ya vivía dignamente en una moderna casa que le regalara unos años atrás. También creía haberle cumplido a su pueblo y a Colombia: "Yo pensaba que me tenía que ir bien, porque estaba en juego mi vida; representar bien a mi país en el exterior y a mi pueblo que siempre me apoyó. Por eso, en Europa en esas etapas con clima bajo cero, durísimas y extensas, casi sin poder pedalear, doliéndome las rodillas, seguía porque había que responder por un pueblo que siempre estuvo pendiente de mi".
El puerto de montaña que no ganó
Han pasado casi diez años después de su retiro de las competencias. Carlos Mario Jaramillo, uno de los corredores que más lo conoció, mientras despacha en un almacén de bicicletas lo recuerda como un gran escalador y señala que a pesar de todo lo que Reinel le entregó al ciclismo no dio más porque el ciclismo en los 80 era de elite, "Había unos treinta muy buenos. Cuando terminaba una etapa ubicaban los nombres y uno muy abajo, con desconsuelo, no veía a quién podía superar", dice.
Bernardo Buriticá, uno de los periodistas que más acompañó a nuestros "Escarabajos" en Europa, hoy en su pequeño cubículo escribe notas sobre patinaje y otros deportes.Conserva la imagen de un chico campesino, mojado por el sudor y levantado en hombros cuando ganó una etapa en la carrera 70, en Medellín. "Reinel vivió la época de los capos y los gregarios aunque era para ser un líder, por su gran capacidad, pero su poco carácter y su humildad no lo dejaron. Él tuvo que trabajar como un soldado más, y por tanto se desperdició su talento". Y sentencia: Es que era demasiado introvertido, le huía al micrófono o no sabía qué decir, y le sacaba el cuerpo a la cámara".
Raúl Mesa, sigue siendo técnico de ciclismo, y dirige el Equipo 05 Orbitel. Y aunque, sus consejos y enseñanzas las han escuchado tantos muchachos aún en su memoria está la figura de ese menudito campesino que se llevó para Freskola porque le vio condiciones. "En los 80, estaba Lucho y era el líder", dice, haciendo una especie de comparación con Reinel. Luego, más pausado y después de unas, quizá, imágenes mentales lanza una contrapregunta: A dónde habría llegado Reinel con un poco más de decisión?
La afición aunque ya se ha reducido pues ahora la pasión es por el fútbol, sigue esperando por ese "Cochise"que parece no va a llegar.
Empresario
En marzo de 1987, en entrevista con Pablo Arbeláez, Reinel sostuvo que cuando colgara su bicicleta se dedicaría a los negocios. En efecto, desde 1999, atiende una ferretería de su propiedad. A veces, saca ratos y da unas vueltas en bicicleta cerca del pueblo. Con cierta satisfacción muestra sus más de 200 trofeos y viaja en una moderna camioneta granate que es casi una afrenta a los recuerdos de su niñez llena de privaciones.
Su carácter no cambia. Su timidez intimida.Parece "ido". Sin embargo es amable y a veces al calor de un trago cuenta, recuenta y repite un par de chistes. Bueno, y si alguien le indaga sobre su vida empieza a devolver ese casete mental lleno de gloria, de madrugadas a las cuatro a entrenar, de todos quienes lo apoyaron y a quienes tanto les agradece, de sus noches sumando propinas para ajustar para su primera bicicleta, de sus afugias y de las empanadas que tuvo que vender... de pronto, ese casete da un brinco y narra cómo, respirando fuerte, coronando una montaña nevada en Francia, con sus pies y manos encalambradas de frío y creyendo no aguantar más, no se bajaba porque quería dejar en alto el nombre de San Vicente.
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